Comencemos por el final
Demasiadas veces nos sentimos decepcionados porque la vida no es lo que esperábamos, pero ¿qué ocurre cuando somos nosotros los que no resultamos ser lo que la vida espera? La historia de Nasti es la respuesta a esta pregunta. De hecho, la experiencia nos ha convencido de que, en parte, debes traicionar a la vida porque sólo así puedes estar seguro de que estás siguiendo tu propio camino. Nosotros sabemos mucho de eso: de mantenerse fieles a la excepción, de convertir en norma lo distinto y original.
Pero comencemos por el principio, ¿o mejor por el final? Sí, mejor empezaremos por esto último. Veréis, estamos convencidos de que los finales son un invento de Hollywood, como esos primeros besos acompasados en los que los labios encajan sin torpezas de tímidos e inexpertos. El “The end” de las películas, como el de muchas otras cosas en la vida, suele ser una convención: el final sólo es una palabra escrita para quienes no se atrevieron a imaginar cómo seguía la historia, cómo adentrarse en ese camino para el que ningún guionista supo qué escribir. Nosotros decidimos ver qué había más allá: porque el final de nuestra historia de amor no tenía por qué ser el final de Nasti de Plasty. .
“Apuesta”: nuestro abracadabra
Uy, quizá nos hemos adelantado demasiado. Volvamos al comienzo, a cómo Jacinto, el niño al que le gustaba jugar a ser tendero y ver qué escondían las entrañas de los cacharros, creció y conoció a Sergio, aquel chico tímido que también buscaba descubrir las entrañas (del alma) utilizando los libros como herramienta. No hubo flechazos, ni delirios de Cupidos, sólo una apuesta. ¿Una apuesta? ¡Sí! Todos tenemos palabras mágicas, palabras milagro que lo desencadenan todo, como un “abracadabra”. La nuestra es precisamente “apuesta”.
Una apuesta fue lo que nos hizo vencer la timidez y reconocer que en el reverso de nuestra amistad crecían las ganas de explorar otros sentimientos. Y ya juntos y de la mano hicimos de la apuesta verbo y nos lanzamos a conjugarlo: apostamos por el matrimonio, apostamos por un negocio, apostamos por el cambio, apostamos por ser diferentes, apostamos por seguir siendo un equipo cuando ya nadie apostaba por nosotros… Y nos apostamos a que tienes ganas de saber por qué.
Lo mejor de nosotros
Fuimos pareja y seguimos siendo un equipo. ¿Por qué? Por Nasti de Plasty. Porque Nasti es como nuestra hija, lo mejor que hemos hecho juntos, lo más bello que ha nacido de nuestra relación. ¿Cómo abandonarla? Los papás y las mamás sabéis que es imposible, que un hijo se cose al alma y no te puedes desprender de él. Por eso nos negamos a echar el cierre de este negocio cuando nos salió un punto y final tras la palabra amor. Decidimos construir un camino en paralelo y, con la inestimable ayuda y comprensión de nuestras actuales parejas (¡os queremos tanto!), apostar una vez más por sorprender a la vida.
Nuestra tienda ha crecido mucho en estos años. Y aquellas caóticas Navidades de 2012 en las que nos enfrentamos a la importante decisión de convertirnos o no en propietarios, cambiarían nuestras vidas para siempre. En marzo de 2013 cogimos las riendas del viejo MundoKartucho y poco a poco lo hicimos tan nuestro que no pudimos más que rebautizar la tienda en junio de 2015 y llamarla Nasti de Plasty, marca de las tazas que fundamos junto a nuestro amigo Miguel Calderón y que habíamos comenzado a vender en la tienda, convirtiéndonos en un local con encanto dentro del sector de los regalos en Don Benito. Fue así como nos convertimos en una tienda popular, una tienda de regalos especiales: la tienda en la que encontrar regalos para esas personas a las que nadie ha regalado nada, que son ejemplos para los demás y que se han ganado con esfuerzo y dedicación el cariño de los suyos.
La calle de Nasty
Nasti sigue siendo hoy lo mejor de nosotros: tiene ese toque de positivismo y «carpe diem» que tanto define a Sergio y esa atención al detalle que caracteriza a Jacinto. Seguimos conservando intacta nuestra ilusión por verla crecer día a día. Y nos emociona saber cuánto nos ha hecho madurar, cuánto nos ha enseñado y cuánto ha calado ya en la vida de muchas personas: haber conseguido que muchos vecinos hayan renombrado a nuestra calle como “la calle de Nasti” nos llena de orgullo. Porque a todos nos gusta ver cómo nuestros hijos se ganan el cariño de la gente. Y ese ha sido y es nuestro mayor objetivo.
Pincha en una foto y conócenos un poco más
Jacinto |
Sergio |
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